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Danzante del venado de pie con sonajas y cabeza de venado, iluminado al atardecer entre matorrales del desierto y cielo anaranjado.

El origen del fuego: una fotografía inspirada en un cuento yoreme.

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Esta fotografía es un homenaje a la persistencia cultural del pueblo yoreme, inspirada en uno de sus relatos tradicionales. Con un cielo que arde en tonos de atardecer, buscamos capturar la esencia de “El origen del fuego”, una historia que narra cómo este elemento vital llegó al mundo.

Un relato ancestral sobre el fuego

Según se ha relatado en la tradición oral del pueblo yoreme, hace muchos años los animales deseaban conocer el fuego que se encontraba en el cerro más alto. Tras varios intentos fallidos por parte de un sapo y una gallina, fue el tlacuache (opossum) quien, en un giro inesperado, logró traer la lumbre. Al sentir el fuego en su cola, corrió por el monte dispersándolo y regalándolo al mundo, un acto que, según el cuento, dejó su cola pelada para siempre.

La composición: el Venado como conducto

Nuestra imagen busca capturar la esencia de este relato. En ella, el Venado se erige como una figura de fuerza vital, un conducto entre el cielo inflamado del atardecer y la tierra árida. Su vestimenta blanca contrasta con el vibrante fondo, mientras que los ayales en sus manos y los ténabaris en sus pies esperan el sonido del ritual. La cabeza de venado, mirando hacia el frente, representa a un guardián de antiguas tradiciones.

Un homenaje a la cultura yoreme

Esta pieza rinde tributo a un cuento tradicional, pero también celebra la permanencia y la relevancia de las culturas originarias y su profunda relación con la naturaleza. Es un recordatorio visual de cómo las historias ancestrales siguen iluminando nuestro presente y nos enseñan sobre la resiliencia y el equilibrio con nuestro entorno.

Eden Dusk
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Un relato ancestral sobre el fuego

Según se ha relatado en la tradición oral del pueblo yoreme, hace muchos años los animales deseaban conocer el fuego que se encontraba en el cerro más alto. Tras varios intentos fallidos por parte de un sapo y una gallina, fue el tlacuache (opossum) quien, en un giro inesperado, logró traer la lumbre. Al sentir el fuego en su cola, corrió por el monte dispersándolo y regalándolo al mundo, un acto que, según el cuento, dejó su cola pelada para siempre.

La composición: el Venado como conducto

Nuestra imagen busca capturar la esencia de este relato. En ella, el Venado se erige como una figura de fuerza vital, un conducto entre el cielo inflamado del atardecer y la tierra árida. Su vestimenta blanca contrasta con el vibrante fondo, mientras que los ayales en sus manos y los ténabaris en sus pies esperan el sonido del ritual. La cabeza de venado, mirando hacia el frente, representa a un guardián de antiguas tradiciones.

Un homenaje a la cultura yoreme

Esta pieza rinde tributo a un cuento tradicional, pero también celebra la permanencia y la relevancia de las culturas originarias y su profunda relación con la naturaleza. Es un recordatorio visual de cómo las historias ancestrales siguen iluminando nuestro presente y nos enseñan sobre la resiliencia y el equilibrio con nuestro entorno.

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