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Silueta de danzante del venado sobre un cerro frente a una luna llena enorme; cielo azul y matorral con cactus.

El Venado y la luna: una crónica de perseverancia en el Cerro Baviri Chico

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Esta es la historia de una sola fotografía, una que requirió semanas de exploración, múltiples intentos fallidos y una resiliencia inquebrantable. Es la crónica de cómo logramos capturar la silueta del Venado yoreme contra la luna llena sobre el Cerro Baviri Chico, una imagen que habla de paciencia, reverencia y la conexión atemporal entre el ser humano y el cosmos.

La exploración: buscando el instante perfecto

La creación de esta imagen comenzó mucho antes de presionar el obturador. El proceso de planeación, conocido como scouting, fue un ejercicio de dedicación que se extendió por semanas. El objetivo era encontrar la ubicación precisa desde donde yo capturaría la escena y la posición exacta en la cima del cerro donde Brenda, ataviada como el Venado, se alinearía con la luna al amanecer.

Junto a nuestro equipo, escalamos el Cerro Baviri Chico para familiarizarnos con la geografía, estudiar los ángulos y evaluar los desafíos del terreno. Cada visita nos permitió ajustar el plan, considerando el tiempo de ascenso, el equipo necesario y la logística para comunicarnos a una distancia de casi un kilómetro. Este meticuloso proceso fue una danza con la naturaleza, donde cada paso nos acercaba más a la composición soñada.

La historia detrás de la captura: una noche de desafíos

El camino hacia la fotografía final estuvo lleno de adversidades. En nuestro primer intento, la neblina que emergía del mar nos presentó un desafío inesperado, ocultando la luna en el momento crucial. La noche se llenó de tensión, con la ventana de oportunidad cerrándose rápidamente mientras luchábamos contra el tiempo y los elementos.

Incluso enfrentamos un accidente que nos recordó los riesgos de nuestro trabajo. Durante uno de los intentos, los ladrillos que Brenda usaba para posicionarse colapsaron, provocando una caída que, afortunadamente, no resultó en heridas graves pero nos dejó una profunda lección sobre la prevención y el cuidado.

A pesar del cansancio acumulado, la frustración de los intentos fallidos y las dificultades del entorno, la perseverancia fue nuestra guía. En la madrugada del intento final, con todo el aprendizaje a cuestas, la coordinación fue perfecta. Brenda ascendió a la cima en la oscuridad mientras yo preparaba el equipo a la distancia, y finalmente, el cielo se despejó, la luna descendió y el instante que habíamos buscado por tanto tiempo quedó inmortalizado.

La imagen final: un símbolo de conexión

La fotografía resultante es un testimonio de todo ese viaje. Muestra la silueta del Venado recortada contra la luna llena, un símbolo ancestral y un testigo de la belleza inmutable de la naturaleza. La imagen, capturada con un teleobjetivo desde la orilla de un manglar, es una representación visual de la comunión entre la humanidad, la cultura y el cosmos. Es un homenaje a la cosmovisión yoreme, un recordatorio de la armonía que debe existir entre el ser humano y la tierra, y la prueba de que la pasión y la resiliencia pueden convertir una visión en realidad.

Eden Dusk
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Silueta de danzante del venado sobre un cerro frente a una luna llena enorme; cielo azul y matorral con cactus.

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La exploración: buscando el instante perfecto

La creación de esta imagen comenzó mucho antes de presionar el obturador. El proceso de planeación, conocido como scouting, fue un ejercicio de dedicación que se extendió por semanas. El objetivo era encontrar la ubicación precisa desde donde yo capturaría la escena y la posición exacta en la cima del cerro donde Brenda, ataviada como el Venado, se alinearía con la luna al amanecer.

Junto a nuestro equipo, escalamos el Cerro Baviri Chico para familiarizarnos con la geografía, estudiar los ángulos y evaluar los desafíos del terreno. Cada visita nos permitió ajustar el plan, considerando el tiempo de ascenso, el equipo necesario y la logística para comunicarnos a una distancia de casi un kilómetro. Este meticuloso proceso fue una danza con la naturaleza, donde cada paso nos acercaba más a la composición soñada.

La historia detrás de la captura: una noche de desafíos

El camino hacia la fotografía final estuvo lleno de adversidades. En nuestro primer intento, la neblina que emergía del mar nos presentó un desafío inesperado, ocultando la luna en el momento crucial. La noche se llenó de tensión, con la ventana de oportunidad cerrándose rápidamente mientras luchábamos contra el tiempo y los elementos.

Incluso enfrentamos un accidente que nos recordó los riesgos de nuestro trabajo. Durante uno de los intentos, los ladrillos que Brenda usaba para posicionarse colapsaron, provocando una caída que, afortunadamente, no resultó en heridas graves pero nos dejó una profunda lección sobre la prevención y el cuidado.

A pesar del cansancio acumulado, la frustración de los intentos fallidos y las dificultades del entorno, la perseverancia fue nuestra guía. En la madrugada del intento final, con todo el aprendizaje a cuestas, la coordinación fue perfecta. Brenda ascendió a la cima en la oscuridad mientras yo preparaba el equipo a la distancia, y finalmente, el cielo se despejó, la luna descendió y el instante que habíamos buscado por tanto tiempo quedó inmortalizado.

La imagen final: un símbolo de conexión

La fotografía resultante es un testimonio de todo ese viaje. Muestra la silueta del Venado recortada contra la luna llena, un símbolo ancestral y un testigo de la belleza inmutable de la naturaleza. La imagen, capturada con un teleobjetivo desde la orilla de un manglar, es una representación visual de la comunión entre la humanidad, la cultura y el cosmos. Es un homenaje a la cosmovisión yoreme, un recordatorio de la armonía que debe existir entre el ser humano y la tierra, y la prueba de que la pasión y la resiliencia pueden convertir una visión en realidad.

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