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Danzante del venado con vestimenta tradicional entre cactus, con la luna llena elevándose al fondo al anochecer.

El Venado y la superluna: la historia de una noche en el monte.

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Esta es la crónica de una imagen que unió la tierra con el cosmos: la captura del Venado yoreme bajo la superluna de agosto. Es una historia de planificación meticulosa, trabajo en equipo y una profunda conexión con el paisaje de Topolobampo, desde la exploración inicial hasta el instante mágico de la toma final.

La preparación: más allá de la cámara

La creación de esta fotografía comenzó semanas antes, con un viaje de exploración o scouting. Acompañados por nuestros hijos, recorrimos el monte cerca del ejido Rosendo G. Castro para encontrar el lugar perfecto. Durante esta búsqueda, evaluamos la distancia, la posición del teleobjetivo y la trayectoria de la luna. tristemente, también encontramos basura y escombros, por lo que dedicamos tiempo a limpiar la zona, un acto de respeto por el entorno que estábamos a punto de documentar. Finalmente, marcamos con cintas la ubicación precisa donde Brenda se colocaría en la oscuridad de la madrugada.

Fotógrafo camina tomado de la mano con sus dos hijos sobre la salinera al atardecer, con mochila y trípode.

Una noche de paciencia y precisión

La jornada de la captura comenzó a las tres y media de la madrugada. El calor y los mosquitos fueron desafíos constantes, pero no disminuyeron nuestra determinación. La coordinación fue clave. A la distancia, yo dirigía a Brenda a su posición, rompiendo el silencio de la noche con indicaciones para cada pose, mientras nuestro amigo David nos apoyaba en la logística. Fue un trabajo arduo que requería una precisión absoluta, con la superluna moviéndose rápidamente en el cielo.

Collage nocturno: un danzante del venado bajo la luna llena entre cactus y, abajo, el fotógrafo preparando su cámara con la frase “Ya casi terminamos”.

El resultado: un símbolo en la noche

La imagen final captura al Venado en una ceremonia silenciosa, un homenaje a los ciclos de la vida y el cosmos. Su silueta se recorta contra una superluna que brilla grande y luminosa, un efecto logrado gracias a la distancia y al uso de un lente teleobjetivo. La fotografía no es solo un registro estético; es una metáfora visual que invita a reflexionar sobre la conexión entre el ser humano, la naturaleza y las tradiciones ancestrales. Es un recordatorio de que todos debemos ser guardianes de la riqueza natural que nos rodea.

Al conseguir la fotografía deseada, dejamos una cámara grabando un time-lapse para capturar el amanecer, cerrando así una noche de esfuerzo, colaboración y profunda satisfacción.

Eden Dusk
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La preparación: más allá de la cámara

La creación de esta fotografía comenzó semanas antes, con un viaje de exploración o scouting. Acompañados por nuestros hijos, recorrimos el monte cerca del ejido Rosendo G. Castro para encontrar el lugar perfecto. Durante esta búsqueda, evaluamos la distancia, la posición del teleobjetivo y la trayectoria de la luna. tristemente, también encontramos basura y escombros, por lo que dedicamos tiempo a limpiar la zona, un acto de respeto por el entorno que estábamos a punto de documentar. Finalmente, marcamos con cintas la ubicación precisa donde Brenda se colocaría en la oscuridad de la madrugada.

Fotógrafo camina tomado de la mano con sus dos hijos sobre la salinera al atardecer, con mochila y trípode.

Una noche de paciencia y precisión

La jornada de la captura comenzó a las tres y media de la madrugada. El calor y los mosquitos fueron desafíos constantes, pero no disminuyeron nuestra determinación. La coordinación fue clave. A la distancia, yo dirigía a Brenda a su posición, rompiendo el silencio de la noche con indicaciones para cada pose, mientras nuestro amigo David nos apoyaba en la logística. Fue un trabajo arduo que requería una precisión absoluta, con la superluna moviéndose rápidamente en el cielo.

Collage nocturno: un danzante del venado bajo la luna llena entre cactus y, abajo, el fotógrafo preparando su cámara con la frase “Ya casi terminamos”.

El resultado: un símbolo en la noche

La imagen final captura al Venado en una ceremonia silenciosa, un homenaje a los ciclos de la vida y el cosmos. Su silueta se recorta contra una superluna que brilla grande y luminosa, un efecto logrado gracias a la distancia y al uso de un lente teleobjetivo. La fotografía no es solo un registro estético; es una metáfora visual que invita a reflexionar sobre la conexión entre el ser humano, la naturaleza y las tradiciones ancestrales. Es un recordatorio de que todos debemos ser guardianes de la riqueza natural que nos rodea.

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