
Cosmovisión yoreme-mayo: un viaje por el cielo, el mar, el monte y la tierra.
En colaboración con el Gobierno de México, CONAHCYT y el Jardín Etnobiológico Juyya Ánnia, creamos una serie fotográfica que es un testimonio visual de la cosmovisión yoreme-mayo. A través de cuatro imágenes, buscamos abrir una ventana a los diversos aspectos del universo yoreme: el Cielo, el Mar, el Monte y la Tierra.
Teweka anía / El Cielo
La primera fotografía de la serie captura la esencia del cosmos yoreme, con el Venado como su guardián terrenal. Bajo el cielo nocturno de la playa El Maviri, la Vía Láctea se despliega en todo su esplendor, elevándose directamente sobre la figura del danzante. Sus ayales parecen alinearse con las estrellas, como si estuviera en un diálogo silencioso con las fuerzas celestiales. En la cosmovisión yoreme-mayo, las estrellas y los cuerpos celestes no son solo objetos de admiración, sino fuentes de orientación y conocimiento ancestral. La postura del Venado, mirando hacia el cielo, simboliza la búsqueda de sabiduría y la constante curiosidad de la humanidad por su lugar en el universo.
Bawe anía / El Mar
En la serenidad del atardecer junto al Cerro Baviri Chico, esta imagen captura el mundo del agua. El Venado, representante de las tradiciones ancestrales, se encuentra a la orilla del mar, un lugar sagrado donde la tierra y el agua se unen. Los últimos rayos de luz se reflejan sobre las olas suaves, mientras el cielo se tiñe de tonos rosas y naranjas. Este momento de reflexión es un reconocimiento a la interdependencia con el mar, que ofrece alimento, vida y leyendas a la comunidad yoreme. La fotografía evoca la sabiduría ancestral que entiende y aprecia el ciclo de la naturaleza, las mareas y la vida que prospera en las costas.
Juyya anía / El Monte
Esta pieza nos presenta una escena que encapsula la herencia del pueblo yoreme al atardecer. En la cima del Cerro Baviri Chico, el Venado medita sobre la vastedad de la creación, mientras el cielo se pinta con tonos vibrantes que se desvanecen en el crepúsculo. Adornado con su atuendo ritual, se prepara para la danza que rinde tributo al monte, un lugar sagrado que nutre tanto el cuerpo como el espíritu. Rodeado de nopales y plantas nativas, su figura simboliza la profunda conexión con la tierra. El monte no es solo un paisaje, sino un ser vivo lleno de historia, espiritualidad y vida, crucial para el equilibrio del mundo.
Buia anía / La Tierra
La última fotografía de la serie captura la esencia de la Tierra, el suelo que sustenta y nutre toda la vida. El Venado se encuentra inmerso en un paisaje árido, bajo un cielo vasto y dinámico. Los tonos terrosos del suelo y la vegetación se encuentran con el azul profundo del cielo y sus nubes, sugiriendo el ciclo eterno de la vida que brota incluso de la tierra seca, en un acto de resistencia y esperanza. La mirada del Venado, dirigida hacia adelante, habla de un futuro enraizado en la sabiduría ancestral y en una conexión indisoluble con el entorno. En la quietud del desierto, su presencia es un recordatorio de que la tierra es el hogar que todos compartimos.


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