En 2019, emprendimos un viaje a un lugar que vive en la memoria de Los Mochis: el Ingenio Azucarero. Esta serie fotográfica no es solo un registro de ruinas industriales; es un encuentro con un sueño de infancia y un homenaje a la historia de nuestra ciudad.

El sueño de un niño y el tizne en el aire

La historia de esta serie comienza en la niñez. Al llegar a Los Mochis, el tizne de la caña de azúcar tocó mi rostro por primera vez. Mis padres me explicaron que venía de la gran fábrica de azúcar, un lugar que desde entonces idealicé. Albergaba la ilusión de entrar algún día y probar la miel directamente de aquella fábrica.

Tuvieron que pasar años para poder entrar y enfrentarme con la realidad actual de su abandono. Aun así, disfruté cada día y cada noche explorando hasta el último rincón de ese gigante dormido, un lugar marcado por el tiempo pero lleno de historias.

La belleza oculta en los vestigios

Nuestra serie fotográfica busca ser una narrativa visual de esas memorias. Cada imagen es un testimonio del pasado y del presente, una nueva percepción de lo que alguna vez fue un lugar lleno de actividad y ahora yace en silencio. Buscamos la belleza en los vestigios:

• Las texturas de las paredes y la robustez del acero.
• El juego de sombras y luces sobre las estructuras.
• La vegetación que lentamente reclama el espacio industrial.
• Las vistas de la ciudad que creció a su alrededor.

“No debemos ser apáticos, esperando a que desaparezca para liberarnos de nuestra responsabilidad. Debemos reconocer y enaltecer los sacrificios de aquellos que le dieron vida a esta gran ciudad.”

Esta obra es un llamado a reflexionar sobre la importancia de preservar la memoria de quienes construyeron nuestra ciudad. Está dedicada a todas las personas que alguna vez laboraron en el Ingenio Azucarero.