Eden Dusk no nació como un proyecto formal o una empresa, sino como una necesidad personal. Fue una respuesta íntima a la rápida transformación de nuestro entorno y al deseo de documentar la identidad de nuestra ciudad, Los Mochis, antes de que sus fragmentos se perdieran en el tiempo.

Combatir la amnesia colectiva

El impulso inicial fue puramente documental: salir a la calle y registrar los espacios que definían nuestro hogar. Parques, monumentos, edificios y rincones urbanos se convirtieron en los primeros protagonistas. Esta etapa fue un laboratorio de experimentación técnica, un proceso para encontrar una voz propia mientras luchábamos contra una especie de amnesia colectiva que parecía pasar por alto los cambios.

Fue un ejercicio de observación profunda, de aprender a ver lo cotidiano con nuevos ojos para preservar la memoria visual de una ciudad en constante evolución. Cada fotografía de esa primera época es un fragmento de esa identidad que sentíamos la urgencia de proteger.

El significado de un nombre

El nombre del colectivo encapsula esta misión original. “Eden” proviene del segundo nombre de Néstor, simbolizando un lugar de origen, creación y belleza natural. Es el punto de partida.

“Dusk”, que se traduce como atardecer o anochecer, representa ese umbral mágico entre el día y la noche. Es el momento en que la luz se transforma y revela un mundo diferente, el instante en que gran parte de nuestro trabajo fotográfico comienza. Es el espacio donde lo visible da paso a lo oculto.

La evolución hacia un colectivo

Lo que comenzó como una búsqueda individual, con el tiempo y la llegada de Brenda, evolucionó. Su visión aportó una estructura y una dirección narrativa que transformaron esa necesidad personal en el colectivo que somos hoy, un proyecto con una misión compartida de explorar y contar las historias de nuestro territorio.