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Caballos corren por la playa entre manglares, con bahía azul, cerros y neblina al fondo (panorámica).

Exploración en Lázaro Cárdenas: el viaje donde comenzó “Cura”

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En la búsqueda de locaciones para un nuevo proyecto, nos adentramos en los paisajes de Lázaro Cárdenas, en la bahía de Ohuira. Fue un viaje de exploración, un recorrido sin prisa que se convirtió en el punto de partida para “Cura”, una serie que necesitaba lugares capaces de sostener con dignidad la historia que estábamos por contar.

Un paisaje entre la tierra y el cielo

Todo comenzó en ese rincón alejado, donde la niebla danzaba sobre las montañas y los caballos galopaban junto al mar. La marea baja reveló un paisaje suspendido entre la tierra y el cielo, un escenario que nos confirmó que valía la pena haber llegado tan lejos. Con la cámara en el aire y el corazón alerta, cada paso se convirtió en un descubrimiento.

Trazando el mapa de lo posible

El recorrido nos llevó a través de manglares, caminos de terracería y un muelle solitario que nos abrió paso al silencio. Exploramos juntos, reconociendo el terreno y dejándonos guiar por lo que el entorno nos ofrecía. Con la imponente y serena Sierra de Navachiste al fondo, entre cactus, piedras viejas y ramas secas, fuimos trazando el mapa de lo que sería posible capturar.

Más que técnica, una conexión

Este scouting no fue solo una exploración técnica. Fue un proceso de conexión con la tierra, con el mar y con la atmósfera que vibra en cada rincón. Buscábamos verdad y carácter. Fue también un momento familiar, donde Lenin aprendía a volar el dron junto a David, mientras nosotros observábamos todo, compartiendo el asombro de encontrar algo que no se inventa, sino que se descubre. Fue aquí, en esta conexión, donde “Cura” comenzó a enraizarse.

Eden Dusk
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Un paisaje entre la tierra y el cielo

Todo comenzó en ese rincón alejado, donde la niebla danzaba sobre las montañas y los caballos galopaban junto al mar. La marea baja reveló un paisaje suspendido entre la tierra y el cielo, un escenario que nos confirmó que valía la pena haber llegado tan lejos. Con la cámara en el aire y el corazón alerta, cada paso se convirtió en un descubrimiento.

Trazando el mapa de lo posible

El recorrido nos llevó a través de manglares, caminos de terracería y un muelle solitario que nos abrió paso al silencio. Exploramos juntos, reconociendo el terreno y dejándonos guiar por lo que el entorno nos ofrecía. Con la imponente y serena Sierra de Navachiste al fondo, entre cactus, piedras viejas y ramas secas, fuimos trazando el mapa de lo que sería posible capturar.

Más que técnica, una conexión

Este scouting no fue solo una exploración técnica. Fue un proceso de conexión con la tierra, con el mar y con la atmósfera que vibra en cada rincón. Buscábamos verdad y carácter. Fue también un momento familiar, donde Lenin aprendía a volar el dron junto a David, mientras nosotros observábamos todo, compartiendo el asombro de encontrar algo que no se inventa, sino que se descubre. Fue aquí, en esta conexión, donde “Cura” comenzó a enraizarse.

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