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Tienda de campaña iluminada sobre una duna a la orilla del mar; cielo estrellado con la Vía Láctea y luces urbanas en el horizonte.

Las repercusiones de la contaminación lumínica en nuestros cielos.

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En febrero de 2020, desde una duna en la isla El Maviri, capturamos una imagen que es más que un paisaje: es una reflexión. La fotografía muestra una noche bajo las estrellas, interrumpida por el resplandor artificial de la ciudad a lo lejos, un recordatorio de nuestro impacto en el entorno.

La frontera entre dos cielos

La luz que emana de Topolobampo tiñe el horizonte de tonos rosas y morados. Este resplandor crea una frontera visual entre el cielo natural y el afectado por el ser humano. Es un velo que oculta la verdadera majestuosidad del cosmos, pero que no logra apagarla por completo.

A pesar de las luces humanas, la Vía Láctea se insinúa sobre la silueta de la sierra de Navachiste. Su presencia nos recuerda todo lo que se esconde detrás de la contaminación lumínica, un tesoro que corremos el riesgo de perder si no actuamos.

Un llamado a proteger la oscuridad

La tienda de campaña, con su luz cálida y acogedora, sirve como un faro de humanidad en la inmensidad de la naturaleza. Simboliza el delicado equilibrio entre nuestra necesidad de luz y el derecho del universo a brillar en toda su gloria.

Esta fotografía es una llamada a la acción. Nos insta a reconsiderar cómo nuestra iluminación afecta el ambiente nocturno y a buscar soluciones que permitan a la luz natural y artificial coexistir en armonía. Al proteger la oscuridad de nuestros cielos, protegemos también la oportunidad de maravillarnos ante el universo.

Eden Dusk
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La frontera entre dos cielos

La luz que emana de Topolobampo tiñe el horizonte de tonos rosas y morados. Este resplandor crea una frontera visual entre el cielo natural y el afectado por el ser humano. Es un velo que oculta la verdadera majestuosidad del cosmos, pero que no logra apagarla por completo.

A pesar de las luces humanas, la Vía Láctea se insinúa sobre la silueta de la sierra de Navachiste. Su presencia nos recuerda todo lo que se esconde detrás de la contaminación lumínica, un tesoro que corremos el riesgo de perder si no actuamos.

Un llamado a proteger la oscuridad

La tienda de campaña, con su luz cálida y acogedora, sirve como un faro de humanidad en la inmensidad de la naturaleza. Simboliza el delicado equilibrio entre nuestra necesidad de luz y el derecho del universo a brillar en toda su gloria.

Esta fotografía es una llamada a la acción. Nos insta a reconsiderar cómo nuestra iluminación afecta el ambiente nocturno y a buscar soluciones que permitan a la luz natural y artificial coexistir en armonía. Al proteger la oscuridad de nuestros cielos, protegemos también la oportunidad de maravillarnos ante el universo.

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