
Mangle inerte: un testigo silencioso del tiempo y el cosmos.
En la madrugada de febrero de 2020, en una playa de El Maviri, encontramos una escena serena y contemplativa. El protagonista era un mangle seco, una escultura natural que se erigía como un testigo silencioso de los ciclos de la naturaleza y el paso del tiempo.
La transición entre la noche y el día
La fotografía captura esa hora mágica antes del amanecer. Las estrellas aún son visibles en el cielo, un último vistazo a la vastedad del cosmos antes de que la noche ceda su lugar al día. La presencia de luces distantes en el horizonte aporta una sutil conexión humana al paisaje natural.
La composición se centra en el mangle. Sus ramas retorcidas y desnudas, casi como una escultura, se destacan frente a la suavidad del cielo y el reflejo apacible del agua, invitando a la reflexión.
Símbolo de resistencia y fragilidad
Este mangle, en su soledad, se convierte en un símbolo de la lucha, la resistencia y la fragilidad de la vida. Es un recordatorio de la importancia de preservar y respetar nuestros ecosistemas, de valorar los pequeños momentos de nuestra corta existencia.
En el silencio de la madrugada, la naturaleza sigue su curso, imperturbable, con o sin nuestra presencia. Esta imagen busca capturar esa belleza efímera, un momento que habla de la transición constante en la que vivimos.


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