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Dos girasoles en primer plano iluminados, con fondo de cielo nocturno lleno de estrellas desenfocadas.

Astrofotografía con girasoles: una solitaria vigilia en Mocorito.

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En febrero de 2020, emprendimos un viaje en solitario a los campos de Mocorito. El pronóstico de mal clima nos hizo tomar precauciones, pero la oportunidad de capturar los girasoles bajo un manto estrellado era una imagen que no podíamos dejar pasar.

Un encuentro entre la tierra y el cosmos

Rodeados por la inmensa quietud de la noche, nos preparamos para una vigilia fotográfica. Los girasoles, que durante el día siguen al sol, ahora yacían inmóviles. La brisa fría movía suavemente sus tallos y una ligera neblina añadía un velo de misterio al paisaje nocturno.

La soledad, en lugar de ser un obstáculo, nos permitió estar más alertas. De pronto, dos girasoles captaron nuestra atención. Uno de ellos estaba posicionado como si estuviera contemplando directamente la constelación de Orión. Esa imagen, donde la naturaleza y el cosmos se encuentran, encapsuló una armonía única.

El guardián silencioso de la noche

Un momento singular fue la presencia de un espantapájaros, erguido entre las filas de flores. En la oscuridad, parecía más un compañero que una figura intimidante. Vestido con una camisa a cuadros y un sombrero de paja, se alzaba como un testigo silencioso de la majestuosidad del universo sobre él.

Aunque la familia no estaba físicamente presente, el sentimiento de conexión no disminuyó. Las fotografías de esa noche no solo capturaron la belleza del paisaje y el cielo estrellado, sino también la profunda sensación de introspección que nos acompañó en esa solitaria vigilia.

Eden Dusk
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Un encuentro entre la tierra y el cosmos

Rodeados por la inmensa quietud de la noche, nos preparamos para una vigilia fotográfica. Los girasoles, que durante el día siguen al sol, ahora yacían inmóviles. La brisa fría movía suavemente sus tallos y una ligera neblina añadía un velo de misterio al paisaje nocturno.

La soledad, en lugar de ser un obstáculo, nos permitió estar más alertas. De pronto, dos girasoles captaron nuestra atención. Uno de ellos estaba posicionado como si estuviera contemplando directamente la constelación de Orión. Esa imagen, donde la naturaleza y el cosmos se encuentran, encapsuló una armonía única.

El guardián silencioso de la noche

Un momento singular fue la presencia de un espantapájaros, erguido entre las filas de flores. En la oscuridad, parecía más un compañero que una figura intimidante. Vestido con una camisa a cuadros y un sombrero de paja, se alzaba como un testigo silencioso de la majestuosidad del universo sobre él.

Aunque la familia no estaba físicamente presente, el sentimiento de conexión no disminuyó. Las fotografías de esa noche no solo capturaron la belleza del paisaje y el cielo estrellado, sino también la profunda sensación de introspección que nos acompañó en esa solitaria vigilia.

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