
El Río Sinaloa en Porohui: la dualidad entre la furia y la calma.
En enero de 2020, nos encontramos junto al Río Sinaloa en Porohui, un lugar que es un testimonio visual de la dualidad que reside en el corazón de la naturaleza. A través de la técnica de larga exposición, buscamos capturar el equilibrio entre la fuerza de la corriente y la serenidad del paisaje.
Un velo de seda sobre la corriente
La fotografía transforma la corriente del río en un delicado velo de seda, una metáfora visual de la serenidad que puede emanar incluso de las aguas más enérgicas. Este efecto, logrado al extender el tiempo de captura, nos permite ver el movimiento no como un instante, sino como un flujo constante y suave.
En primer plano, un lecho de ramas y piedras desgastadas descansa en silencio, un testimonio de la fuerza del río que ha moldeado su contorno a lo largo de los años. Estos elementos, captados con nitidez, añaden una textura cruda a la composición, la constancia en medio de la transitoriedad.
El diálogo entre el cielo y la tierra
Elevando la vista, las orillas del río se revelan densamente vestidas de una vegetación exuberante, un canto a la vida que florece al margen de las aguas. Sobre ellas, un cielo nublado parece marchar en un ritmo lento, creando un diálogo entre los cielos y la tierra, un eco de la vastedad del mundo sobre nosotros.
Con esta imagen, hemos encapsulado no solo un instante de la vida del río, sino también la esencia misma de la existencia: un equilibrio precario y hermoso entre el movimiento y la quietud, la furia y la calma.


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