En enero de 2020, encontramos un refugio de serenidad bajo el puente de El Maviri. Esta fotografía es una meditación visual, un instante capturado con la técnica de larga exposición que transforma la escena en una reflexión sobre la calma, la memoria y el paso del tiempo.

El mar de seda y el fluir de las nubes

Bajo la sombra de una estructura moderna, un puente de madera se extiende sobre aguas que parecen de seda. Para lograr este efecto, utilizamos filtros polarizadores y de densidad neutra, permitiendo una exposición diurna prolongada. Esta técnica suaviza la superficie del mar hasta convertirla en un espejo y captura el movimiento fluido de las nubes en el cielo.

El resultado es una atmósfera pacífica y contemplativa. Las texturas detalladas de las rocas en primer plano, cubiertas de vida marina, contrastan con la calma del agua y el cielo, creando un equilibrio entre la quietud y el dinamismo silencioso de la naturaleza.

El cómplice silencioso de los recuerdos

Más allá de la técnica, este puente de madera es un símbolo. Es una estructura que conecta destinos, inamovible, sosteniendo el peso de recuerdos imborrables. Ha sido testigo de risas compartidas entre amigos y cómplice silencioso del padre que enseña a su hijo el arte de la pesca.

La composición, equilibrada entre lo natural y lo construido, nos invita a la introspección. Es un reflejo de nuestra búsqueda de paz y significado en los paisajes que nos rodean, una pausa para observar la belleza en la estructura del tiempo.